Los hábitos son comportamientos que incorporamos en nuestro estilo de vida de forma rutinaria, ya que en muchas ocasiones nos ayudan a realizar las tareas diarias de una forma mucho más eficiente, pero a veces también podemos tener hábitos que influyen en nuestra calidad de vida de forma negativa.
Tienes que saber desde un principio que los malos hábitos no se pueden eliminar, sin embargo, pueden reemplazarse por otros buenos hábitos que generen una sensación mejor a la que se generaba anteriormente, para así mejorar nuestro estilo de vida y nuestra salud física y mental.
Así que teniendo esto en cuenta, prepara lápiz y papel para anotar aquellos viejos hábitos que quieras reemplazar, porque hoy aprenderemos paso a paso a identificarlos, reemplazarlos y a practicar la constancia para mantenerlos en el tiempo. ¡Empecemos!
El primer paso es evaluar tu rutina diaria para identificar aquellos hábitos que están haciendo que tu salud, tanto física como mental, se vea afectada. Puedes empezar haciéndote preguntas como: ¿Qué es algo que podría mejorar de mi?, ¿qué me suele enojar y por qué esa es la primera reacción en surgir en mi interior?, ¿por qué no tengo más energía durante el día? Entre otras.
Para esto también debes «desactivar el piloto automático», esto quiere decir que te observes con atención y estés consciente de lo que haces. Por ejemplo, si quieres mejorar tu alimentación para tener una vida saludable, debes fijarte en la frecuencia con la que consumes comida chatarra y tener la fuerza de voluntad para empezar a realizar un cambio.
O por otro lado, si quieres estar más en forma y ser una persona más activa, pensar profundamente en qué es aquello que te está frenando de lograr ese objetivo: ¿Son limitaciones que te pusiste tú mismo en tu mente o son físicas?, ¿tienen solución?, ¿qué puedes hacer para empezar a cambiarlo?, ¿deseas cambiarlo? Es aquí donde presentamos el segundo punto.
Es muy importante destacar que tú eres el único que tiene el derecho y el poder para cambiar algo en tu vida. No es bueno empezar a cambiar algo por presión de otros, porque los resultados se verían reflejados muy a corto plazo, ya que el nuevo comportamiento no sería auténtico, y por lo tanto, volverías a los viejos hábitos. Tiene que ser un proceso completamente personal.
Debes tener presente que un mal hábito no se irá tan fácilmente, es un proceso lento ya que gran parte del mismo depende de la constancia y de tener mucha fuerza de voluntad para cambiar, pues son conexiones neuronales que debemos reescribir y aprender nuevamente, y eso requiere de tiempo, paciencia y de que todos los días elijas cambiar de forma consciente.
Si decides emprender el camino de cambiar un mal hábito por uno bueno, meditalo bien, piensa las cosas en frío y tómate tu tiempo, al menos 3 días, para asegurarte de que no sea por un subidón emocional. Plantéate que el camino no será sencillo y que va a requerir de mucho esfuerzo y tiempo, pero que valdrá completamente la pena. Si luego de pensarlo estás dispuesto a seguir adelante, continúa.
Por lo general, los malos hábitos funcionan siguiendo este esquema:
Puede que el disparador sea el estrés laboral, y que al sentir estrés te sientas muy ansioso, lo cual te provoque el deseo de comer papas fritas. Entonces, a partir de eso, vas a comer papas fritas cada vez que te sientas estresado.
El disparador es lo que inicia todo, debes identificar cuál o cuáles son.
Ser consciente del disparador te hará entender la naturaleza del hábito: emocional, de ambiente o círculo social, laboral, etc. Además, y lo más importante, sabrás en qué escenario pausar el piloto automático o la rutina y prestar atención a lo que sientes y entenderte mejor.
Sabemos que es complicado prestar atención a los hábitos cuando estamos enfocados en lo que sentimos, pero es esencial identificar las situaciones con las cuales caemos en aquello que tiene un impacto negativo sobre nuestras vidas a corto o largo plazo.
Por ejemplo: comer, fumar, beber o procrastinar cuando estamos bajo una situación de estrés, tristeza o enojo. Esa rutina es la que vamos a sustituir por una más saludable.
¿Cómo te sientes luego de realizar esta rutina? ¿Feliz, relajado, querido, atractivo, despreocupado, etc.?
Es importante saber cómo te sientes para entender qué otros hábitos saludables pueden hacerte sentir igual o mejor sin perjudicar tu salud o vida.
¿Ya identificaste cada paso del ciclo? ¡Perfecto! Ahora puedes empezar a buscar mejores hábitos que encajen en la estructura que tenías antes, para que el cambio no sea tan abrumador. Lo importante es que el nuevo hábito te beneficie y te ayude a alcanzar el objetivo que te hayas planteado, o simplemente a mejorar tu estilo de vida. Recuerda que no es escoger cualquier hábito, sino el que mejor encaje con el desencadenante y la recompensa.
Por ejemplo, si deseas tener mejores hábitos de sueño, pero no puedes evitar quedarte viendo televisión hasta tarde porque sientes que te relaja, aunque al día siguiente amaneces más cansado que nunca, un buen sustituto es irte más temprano a la cama y escuchar un audiolibro que distraerá tu mente de igual manera, te relajará, y al no estar bajo la estimulación de una pantalla, será la mejor opción para conciliar el sueño más rápido.
Una vez implementado el nuevo hábito, debes prestar mucha atención a la forma en la que te sientes y realizarte las siguientes preguntas: ¿Es un beneficio a largo plazo?, ¿está alineado con tus objetivos?, ¿realmente es un hábito bueno? En caso de estar seguro de que vas por buen camino, mantén el hábito y continúa reforzando este nuevo ciclo.
Por ejemplo: Si sueles sentir ansiedad al trabajar y automáticamente, como método de liberación de estrés, tus manos y tu atención se dirigen al celular para revisar las redes sociales, ver cual es la última tendencia en Tik Tok o simplemente ver las historias de tu perro influencer favorito, tu trabajo se verá afectado, lo cual te causará más estrés a futuro.
En lugar de revisar el celular, si lo que necesitas es mantener las manos ocupadas con algo, prueba usar juguetes fidget (como los spiners, los cubos antiestrés o las pelotitas para apretar) ya que no requieren demasiada atención por parte de tu cerebro, y con ellos tus manos se sentirán ocupadas por un momento, e incluso pueden ayudarte a mantener la concentración mientras trabajas, lo cual es mejor, ¿no te parece?
Ten presente que adoptar nuevos buenos hábitos debe hacerse con mucho cuidado, ya que son procesos que se instalan en nuestro cerebro poco a poco. Al igual, es importante asociarlos con sentimientos positivos, para que la próxima vez que queramos hacer un cambio, tengamos buenas experiencias pasadas y nos animemos a hacerlo sin tanto miedo o recelo.
Aquí debes ser completamente honesto contigo mismo y conocerte muy bien, tú eres el único que sabe cuántos hábitos quiere cambiar, cuántos eres capaz de tomar a la vez, y cuánto tiempo necesitas para cumplir tus metas. De igual manera, te dejamos estos consejos para que los tomes en cuenta y así emprendas mejor tu viaje:
Lleva un registro de la forma que prefieras para documentar tu cambio, ya sea tomándote fotos, escribiendo un diario, tachando días en un calendario o haciendo videoblogs, lo que te sea útil y te de fuerza de voluntad para seguir con tu camino.
Ten presente que habrá ocasiones en las que el camino se pondrá más difícil y te demandará mucho más de lo que te habías imaginado. Sin embargo, esa no es una razón, ni una señal para dejar de lado todo el progreso que pudiste lograr y renunciar a tu objetivo, todo lo contrario, si se te presentan obstáculos es porque eres lo suficientemente fuerte para superarlos.
Cuando sientas que el disparador de aquellos viejos hábitos está a punto de accionarse, haz una pausa, realiza ejercicios de respiración, ten en cuenta tu meta, manifiesta que la vas a alcanzar, y elige conscientemente la nueva rutina, verás que cada día te costará menos elegir, hasta que ya forme parte de ti.