La mayoría de las personas, cuando empiezan a hacer una actividad física, se enfocan únicamente en mejorar su capacidad de resistencia y su fuerza, dejando de lado aspectos tan esenciales como la coordinación y el equilibrio.
Los ejercicios de coordinación estimulan la capacidad de acoplamiento, es decir, que la capacidad coordinativa hace posible que durante una actividad deportiva nuestro cuerpo actúe de manera conjunta, en busca de un objetivo y de esta forma tener una mejor experiencia en cualquier tipo de ejercicio.
La coordinación sucede cuando usas dos o más partes del cuerpo para completar satisfactoriamente una tarea y mantener al cuerpo preparado para rendir ante diferentes circunstancias, como pueden ser el mal estado del terreno de juego o las condiciones climáticas.
A decir verdad, todas las actividades de nuestra vida diaria requieren de coordinación, desde bajar unas escaleras hasta abrir una puerta o salir a correr. Y aunque normalmente desarrollamos nuestra coordinación en la infancia, podemos seguir mejorándola por el resto de nuestra vida con una educación física correcta.
Entrenar la coordinación ayuda, en general, a mejorar nuestra calidad de vida. Es de gran apoyo para el cardio gracias a que también se crea una resistencia. Algunos otros beneficios de estos ejercicios son:
Antes de entrenar la coordinación, es muy importante que sepas identificar los distintos tipos de coordinación que existen:
Es una habilidad cognitiva compleja, en la cual se requiere una coordinación precisa entre la vista y los movimientos de la mano. Durante la coordinación óculo manual, la vista debe guiar los movimientos de la mano mediante un proceso de retroalimentación de información que crea un plano de ubicación y estímulo visual.
Las personas, desde los primeros años de su vida, ponen en práctica la coordinación óculo manual utilizando la vista para crear un cálculo exacto del plano físico que lo rodea y de acuerdo con la información obtenida, desempeñar alguna actividad.
La coordinación física y motora que permite que el individuo pueda moverse, manipular objetos, desplazarse e interactuar con quienes les rodean.También se relaciona con la capacidad que tiene el cerebro para emitir impulsos nerviosos capaces de sincronizar y coordinar los movimientos de los músculos y de las extremidades del cuerpo, a fin de posibilitar la realización de diversas actividades.
Es decir, la coordinación motriz también depende de otras funciones físicas y mentales importantes para el funcionamiento del cuerpo humano, como el sistema nervioso, cerebro, médula espinal, esqueleto y músculos. La coordinación muscular es nuestra capacidad para que la musculatura se sincronice en base a un movimiento.
Dentro de nuestros músculos tenemos diferentes números de fibras que no necesariamente se activan todas cuando activamos la musculatura (dependiendo del grado de entrenamiento del sujeto). Si todas se activan al mismo tiempo cuando realizamos la contracción muscular, seremos capaces de generar una mayor fuerza sin necesidad de aumentar el tamaño muscular, lo cual es sumamente interesante para cualquier deporte en el que no se requiera una elevada hipertrofia muscular, dado la alta eficiencia a nivel muscular que conseguimos.
Esta coordinación es la que ocurre entre músculos diferentes, haciendo armónico el gesto y dotándolo de calidad. Para que un músculo actúe, el antagonista (el contrario) se tiene que relajar, dándonos esa fluidez y capacidad de movimiento.
Hoy te traemos los siete mejores ejercicios, algunos son ejercicios básicos y otros cuentan con diferentes niveles de dificultad, para que empieces a mejorar tu coordinación y puedas disfrutar de todos sus beneficios:
Consiste en apoyarse sobre las manos y las puntas de los pies, y desplazarse lo más rápido posible de un punto a otro. Para esto no es necesario tener una colchoneta o aparatos especiales.
Este ejercicio tiene infinidad de variaciones: se puede hacer con la cadera más o menos alta, intentando tocar los codos con las rodillas contrarias, con un desplazamiento lateral (como un cangrejo), manteniendo cabeza y espalda a la misma altura o introduciendo sentadillas en el ejercicio.
Trabaja tanto la parte interna como la externa de los muslos. Para llevarlo a cabo necesitas una banca o silla. Comienza de pie con la espalda recta y coloca ambas manos sobre una banca o el respaldo de una silla.
Eleva la pierna derecha hacia el lado derecho de tu cuerpo, manteniendo tu pie “flexionado”. Al bajar la pierna, no la dejes descansar sobre el suelo, sino que continúa el movimiento, elevándose nuevamente y llevándola hacia el otro lado.
Es importante mantener siempre el control de la pierna y no simplemente balancear la pierna aprovechando la inercia que el movimiento provoca. Repetir 25 veces para cada uno de los lados del cuerpo y luego se cambia la pierna izquierda.
Para este ejercicio tienes que estar apoyado sobre un pie que será el único punto de equilibrio y recibirás una pelota que te lanzará un compañero. Intentarás agarrar la pelota sin perder el equilibrio, ya sea con la mano derecha o con la izquierda.
El ejercicio empieza sentado en el suelo, con las palmas de las manos apoyadas hacia atrás y en los laterales del cuerpo, y los pies apoyados en el suelo también. A partir de esta posición tienes que desplazarte hacia atrás utilizando únicamente las manos y los pies como único apoyo.
El llamado Crab Walk básicamente consiste en caminar como un cangrejo, a cuatro patas pero al revés. Con este ejercicio entrenarás diferentes músculos de los brazos y de los hombros, pero sobre todo el tríceps, el trapecio y el deltoides.
El ejercicio no requiere más para su realización que tu propio cuerpo, pues constituye una variante de las clásicas flexiones de brazos. Para comenzar te colocarás en posición de plancha, sosteniendo el cuerpo en línea con las palmas de las manos y las puntas de los pies como único apoyo en el suelo.
Antes de iniciar el movimiento debes desalinear tus manos apoyadas, es decir, colocar una más arriba del hombro y otra por debajo del mismo, ambas sobre el suelo, por los lados del cuerpo.
Comienzas con los brazos extendidos, realizas una flexión de codo en esta posición hasta que tu pecho roce el suelo y desde allí, cuando los brazos vuelvan a estar casi extendidos, cambias la posición de las manos, llevando la que estaba adelante hacia atrás y la que estaba atrás hacia adelante.
Este cambio se debe realizar con un pequeño salto o impulso para después volver a ejecutar una flexión de brazos y así repetir sucesivamente siempre alternando el apoyo de manos.
Te colocas de pie con los pies en paralelo, abiertos a la anchura de las caderas. Tus brazos se colocarán a lo largo del cuerpo. Bajarás con las rodillas paralelas, sin sobrepasar las puntas de los dedos, luego elevarás los brazos hasta colocarlos a la altura de los ojos. Te mantienes cinco segundos abajo y vuelves a subir. Harás entre 8 y 10 repeticiones.
Al igual que el ejercicio anterior, es un ejercicio básico y busca equilibrar la fuerza al saltar mientras coordinas tu brazo izquierdo con el derecho para que no baje de más y pierdas el ritmo.
Con estos ejercicios tendrás mayor coordinación y seguramente mejorarás en el rendimiento físico, lo mejor es que no necesitas aparatos especializados para hacerlos, sino toda la disposición y energía.