Al principio te parecen simpáticos, agradables y carismáticos. ¡Pues claro! Suelen ser de lo más sociables, gozan de un buen uso del habla y tienen una personalidad atrayente y magnética. Sin embargo, conforme pasas tiempo con ellos, te empiezas a dar cuenta que eso que te atrajo, se va disipando con el paso del tiempo. Notas cómo esa persona ya es un tanto pesada y hasta molesta. ¿Las razones? Habla, habla y habla. ¡No para de hablar! Y lo peor de todo, es que lo hace casi siempre de sí misma. Te cuenta una y otra vez las mismas historias. Es alguien que se siente autorizado a hablar de cualquier tema, aunque no lo conozca. Y nadie lo calla.
Después de “hablar” con esa persona sientes que has perdido el tiempo. Todo se debe a que nunca conversaron, sino que fuiste la audiencia de un monólogo y no por nada cuando vuelvas a encontrártela, te inventarás cualquier excusa para que no haya lugar a alguna “charla”.
Conocidos como usurpadores de la palabra o narcisistas conversacionales, se trata de personas que hablan mucho, sobre todo de sí mismas, y que claramente no identifican un límite claro entre ellas y el entorno. Padecen de una personalidad narcisista que se ve reflejada al momento de entablar una conversación con alguien más y por eso mismo suponen que son el centro del Universo. La realidad es que ni siquiera se les pasa por la cabeza que sus anécdotas pueden aburrir a otros y, si alguien osa enfrentarlos directamente o llamarles la atención, creerán que el problema está en el otro, no en ellos mismos.
“Esa excesiva necesidad de querer llamar la atención durante una conversación es producto de sus inseguridades no conscientes“, asegura Alexandra Styger, psicoanalista lacaniana. “Sienten una enorme satisfacción cuando logran que los demás los escuchen todo el tiempo pues lo perciben como una prueba de su propio valor“. Por lo que podemos inferir que hablar con otros de esa manera tan imponente, los distrae y los aleja del diálogo interno que se recomienda que tengamos cada uno de nosotros. “Este narcisista conversacional no quiere escucharse, todo lo contrario. Quiere que lo escuchen“, finaliza.
¿Y cuál es el contenido de las conversaciones con un usurpador de la palabra? El temario es de lo más extenso. Puede ser desde un inventario de los sufrimientos físicos y emocionales que padece, hasta cualquier anécdota “interesante” que les ha sucedido. Lo único que siempre es evidente es que todos los temas están relacionados a ellos.
¿Qué hacer si te estás enfrentando a uno? Es necesario que en algún momento le hagas saber de forma respetuosa, lo agradable que puede ser una conversación cuando hay posibilidad tanto de hablar como de escuchar. También es bueno que le invites a hablar de nuevos temas. Aunque no es una tarea fácil lidiar con este tipo de personas, es primordial aprender a poner límites. Hacerle saber que está monopolizando la conversación. Si no lo entiende, no te sientas culpable de distanciarte de esa persona.
¿Qué pasa si tú eres uno de ellos? Asegúrate de estar participando como un participante bilateral de la conversación, lo que significa que hablas y escuchas por igual. Concéntrate en escuchar y sobre todo en hacer preguntas. Durante una conversación, comenta: “me gustaría saber qué piensa sobre esto”. Otra recomendación: no cortes a la gente.
La mayoría de nosotros deberíamos escuchar mejor, mirar más a la cara de nuestros interlocutores y hablar menos. Si lo hiciéramos, seguro que nuestras conversaciones serían mucho más productivas.